¡extra! ¡extra! ¡LA DIVERSIDAD PUEDE SER UN PARÁMETRO URBANÍSTICO OPERATIVO!
October 23rd, 2008> Las narraciones colectivas que producimos como sociedad acerca del espacio urbano son de ese tipo de representaciones indirectas de la diversidad a las que no parecemos atender demasiado como urbanistas. Si nos fijamos en las películas y documentales inevitablemente “ambientados” en la ciudad y partícipes de ella, nos damos cuenta de que ya hemos narrado modos de vida asociados a casi todas las configuraciones urbanísticas más o menos reconocibles, desde polígonos “periféricos” o ensanches, hasta ciudades históricas o barrios chabolistas, así como a todo tipo de situaciones más bien difusas o ambiguas a la par que completamente urbanas. Desde luego, parece que la humanidad puede surgir de forma sublime y patética en cualquier configuración espacial, pero la realidad es que la “urbanidad”, la vida social en el espacio público, es un concepto que aún se debate entre su manifestación diferenciada en cada uno de estos modelos, y su desarrollo muchas veces completamente al margen de lo “planificado” en su momento.
> Los arquitectos-urbanistas aún no hemos acompañado a esta documentada diversidad urbana con propuestas de sintetización contemporánea dignas de cada uno de estos lugares; ni siquiera hemos intentado descifrar e interpretar las “tipologías” espaciales que acogen la vida urbana de cada una de estas narraciones, situadas muchas veces sobre unos espacios que rechazamos como arquitectos, mientras los abrazamos indisimuladamente como ciudadanos. Como no hemos descrito de una forma sofisticada al menos algunas de las posibilidades “vitales” que proponen cada uno de estos modelos urbanísticos, ni tenemos argumentos sólidos para trasladar el debate urbano hacia la conservación y generación de esa diversidad interna de la ciudad, ni podemos averiguar si el concepto diversidad puede ser en sí mismo un parámetro operativo urbanísticamente de una forma práctica y sencilla de entender por cualquier ciudadano.
> Y mientras tanto, vemos pasar a un “feísmo” inventado desde la ciudad y vendido como un conjunto homogéneo de “malas” prácticas arquitectónicas por parte de los ciudadanos, cuando, en realidad, más allá de los procesos de “demora” constructiva [situados en el marco de un sistema económico que regula muchas veces las prioridades “culturales”…], una buena parte de los señalados en el eje del mal gallego son ejemplos de “experimentos” arquitectónicos, de variable interés, pero siempre “aportadores” de diversidad urbana, mientras que la gran mayoría de intervenciones verdaderamente “discutibles” han sido o grandes operaciones edificatorias o importantes procesos territoriales puestos en marcha y auspiciados por todos los partidos políticos, por la legalidad vigente en cada momento y por una infinidad de “órdenes” urbanísticos que operan y se solapan sobre cada punto del territorio.
> La diversidad es una parámetro urbano que parecía ser generado entre las necesidades y las capacidades de los propietarios del suelo y del resto de actores que participaban en cada intervención en la ciudad. Sin embargo, hoy en día, las capacidades tecnológicas son prácticamente homogéneas en el ámbito de una ciudad, al igual que las “necesidades” del capital, que en este caso son homogéneas a nivel global. Entendemos que para que se produzca una verdadera diversidad espacial y programática en la ciudad [lo que evidentemente “fomentaría” la diversidad social, política, cultural, etc.] es preciso que dicha diversidad se haga patente en muchos otros planos ciudadanos que también deberían entrar a formar parte de las agendas y los intereses de la arquitectura y del urbanismo.
> En este sentido, hay que conseguir superar la superficialidad del trabajo de MVRDV, que, aunque deje muchísimo que desear en planos más “profundos” [políticos, culturales o urbanísticos…], sí representa una de las búsquedas más interesantes sobre las fórmulas arquitectónicas para tratar y generar la diversidad; búsqueda presente de forma continua en muchos de sus proyectos e investigaciones (1) desde principios de los noventa que merecen ser revisitados como experimentos contemporáneos parciales de los que se pueden sacar conclusiones con las que operar de una forma más “posicionada” y/o autónoma. El punto clave será superar las limitaciones que conlleva el problema paradójico de la formulación de la diversidad urbana; pues, no hay que olvidar que nos movemos en una frontera difusa entre el “caos” y el control a través de unas disciplinas [arquitectura-urbanismo…] y herramientas que aún cargan con la herencia de haber sido creadas para producir más coherencia, orden, síntesis, unidad o identidad [aunque sea de una forma muchas veces ridículamente inocente…] que conflicto “agonista” (2) o diversidad.
> Y para ello hay que desarrollar cuanto antes desde fórmulas para hacer eficientes los procesos constructivos desarrollados por múltiples empresas que mantengan sus diferencias una vez alcanzado el “resultado final”, hasta modelos urbanísticos capaces de acoger una gran diversidad de planteamientos arquitectónicos sin parecer una exposición universal; desde mecanismos legales que fomenten nuevas formas de propiedad y gestión de la edificación y del espacio urbano, hasta sistemas de territorialización ciudadana que aseguren el propio devenir de la diversidad; desde fórmulas de gestión material que fomenten la conexión al espacio local y al tiempo presente, casi siempre garantías de diversidad a través de una subjetividad inevitable, hasta todo lo contrario, es decir, fórmulas que fomenten el “desplazamiento” espacio-temporal de ciertas “dosis” de urbanidad a contextos específicos; desde técnicas capaces de parametrizar el concepto diversidad en el plano formal basándose en elementos sencillos como los que ya se usan para homogeneizarlo todo, hasta modelos de participación ciudadana que introduzcan “defectos” particulares en planteamientos genéricos; o un largo etcétera de “ideas” que ya se empiezan a imaginar entre la “disidencia” que opera, al menos de forma “teórica”, en los bajos fondos de la política, la antropología, la filosofía o la sociología, pero también entre los economistas, los propietarios, los promotores, los constructores, los abogados, los urbanistas o los arquitectos. Aunque aun creamos en eso de que “el infierno es la imposibilidad de la razón”, también entendemos que sólo a través de la cesión de campos de “poder” a la subjetividad y a esa inalcanzable “imprevisibilidad” podrán llegar a ser legítimas nuestras “profesiones” en cualquier hipótesis de futuro mínimamente aceptable en cuanto a sus “niveles” de diversidad y democracia.
[ iago carro / ergosfera ]
(1) Nos referimos tanto a proyectos construidos [la Villa VPRO (Hilversum, 1997), el pabellón holandés para la EXPO 2000 (Hannover, 2000), las viviendas Hageneiland (Ypenburg, 2001), el edificio Silodam (Amsterdam, 2002) o el edificio Mirador (Sanchinarro, 2005)], como a diseños no construidos [la Container City (Rotterdam, 2002), el Pampus Harbor (Almere, 2006) o el reciente Barcode Masterplan para Bjørvika (Oslo, 2007)], a investigaciones publicadas [“FARMAX. Excursions on density” (1998), “METACITY DATATOWN” (2000), “The REGIONMAKER. RheinRuhrCity” (2002) o “KM3. Excursions on Capacities” (2006)] o al desarrollo de herramientas de software como el “Functionmixer”, específicamente desarrollado para manejar parámetros como la mezcla de funciones en entornos urbanos. Entendemos que toda esta “producción” comienza a plantear conexiones entre la arquitectura y algunas de las preguntas fundamentales en torno a la diversidad, aunque sea tímidamente y a través de algo parecido a un “neo-pragmatismo” que imposibilita a MVRDV entenderse completamente inmersos en un plano sociopolítico excesivamente específico, que reduce radicalmente el alcance de estos pequeños acercamientos a la cuestión.
(2) En referencia al “modelo de democracia agonista” que propone la politóloga belga Chantal Mouffe, en el que los conflictos ya no derivan únicamente hacia el consenso forzado o el enfrentamiento violento, sino que se “gestionan” a través de relaciones entre “adversarios” que comparten ciertos espacios simbólicos. En este sentido recomendamos el artículo: “Vulnerar el consenso. Markus Miessen entrevista a Chantal Mouffe”, en Verb Crisis, Actar, Barcelona, 2008.
(3) Frase de Chris Taylor [personaje interpretado por Charlie Sheen] en la película “Platoon”, dirigida por Oliver Stone en 1986; la película narra la guerra de Vietnam desde una perspectiva que refleja la brutal violencia que representa la guerra para todos los planos de lo que significa ser humano.