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¿CÓMO SE PRODUCE HOY LA DIFERENCIA?
Si bien se ha comenzado a aceptar que la diversidad y la mezcla son condiciones de la ciudad que el urbanismo puede fomentar, la cuestión de las cualidades internas de dicha diversidad no ha logrado hacerse un hueco entre los debates sostenidos por nuestro mundo cultural-disciplinar. Entre otras cosas, los parámetros básicos con los que el Estado y el Mercado influencian la construcción de la ciudad casi nunca son puestos en duda, resultando que buena parte de las diferencias que podrían cohabitar en la diversidad urbana son sencillamente imposibilitadas.
Varios callejones sin salida convencional llevan implícita la reflexión sobre la diferencia. Tres ejemplos: 1) Un centro social okupado, que aporta vitalidad a un barrio, espacio para la política no subvencionada y servicios culturales a nivel metropolitano, pero que compite contra beneficios económicos y contra las leyes de la propiedad del suelo. 2) La venta ilegal ambulante, que sostiene a colectivos en el limbo legal de ser “sin-papeles” y aumenta la seguridad urbana por el uso continuo del espacio público, pero que incumple una ordenanza municipal. 3) El pretendido “feísmo” de la ciudad difusa y desregulada, que posibilita múltiples economías y eventos como ninguna otra forma territorial hasta ahora, pero que agrede la sensibilidad estética del progreso a la que las normativas urbanísticas dan forma y color.
La pregunta a la que nos referimos es entonces la de cómo aumentar las posibilidades de la diferencia, entendida ésta como una realidad más o menos estable en el tiempo que, aunque entre en confrontación radical con alguno de los aspectos indiscutibles sobre los que pivota la construcción de la ciudad y del mundo (desde las leyes del suelo, hasta las ordenanzas municipales, las técnicas urbanísticas, las formas de propiedad o las convenciones sociales), se puede definir como ¿técnicamente? beneficiosa para la ciudad.
Para afrontar esta cuestión, el primer tipo de lugares donde proponemos la búsqueda de referencias son directamente los denominados Espacios de Excepción, lugares donde “todo es posible” porque las normas convencionales que rigen en su exterior quedan suspendidas indefinidamente. En un momento en el que los urbanistas nos dedicamos precisamente a que casi todo sea imposible, los prejuicios disciplinares y éticos sobre las fuentes de referencias o las herramientas a utilizar son inasumibles si lo que buscamos son ejemplos de máximas diferencias teniendo lugar: la Base Naval de la Bahía de Guantánamo es tan sólo el Espacio de Excepción más mediático y criminal a nivel global.
Los sucesos y delirios varios ocurridos desde 2002 en la Base Naval de la Bahía de Guantánamo sólo pueden explicarse a través del origen y diseño de este emplazamiento como Territorio de Excepción. Una concatenación de diferentes procesos y decisiones que acaban permitiendo la aparición de un espacio denunciado por la mayoría de organizaciones sociopolíticas y humanitarias del planeta, pero que la impotente comunidad internacional transige hasta la fecha.
Es cierto que el conjunto de los elementos y tipos de relaciones que posibilitan la existencia de este lugar superan en intensidad a las herramientas que maneja el urbanismo para construir la ciudad en la mayoría de los casos. Sin embargo, desde un punto de vista conceptual, el análisis de un lugar como Guantánamo explicita las cuestiones que se interrelacionan, en un caso concreto, para producir una excepción dentro de un contexto en el que de otra forma sería inimaginable.
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